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El Zapato (1940): Historia de una foto

Era el año 1940, quizás otoño. En hilera, más de diez visitantes descendían después de llegar hasta la formación rocosa con forma de Zapato, ubicada en Capilla del Monte. Esa piedra erosionada que se sostiene frente al Uritorco hace tantos años. Mujeres de tacos, hombres de sombrero. Habrán sentido el aire que vuelve fresco desde arriba, observado el cielo más apretado, algún jote dando vueltas con alas de planeador sobre la forma del cerro que sigue inspirando al Valle de Punilla. Un recorrido de gente elegante sobre uno de los puntos arqueológicos de la provincia de Córdoba. ¿Sobre qué huellas de la historia originaria habrán pisado sus zapatos?

Por María Eugenia Marengo para CDM Noticias. Foto. Archivo General de la Nación.

Era 1940 y aún gobernaban conservadores perpetuados con el fraude electoral. El turismo todavía no era un derecho social. Aunque con Agustín Justo se creó la Administración de Parques Nacionales, faltarían unos cinco años para que -después de muchos reclamos obreros- desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social a cargo de Perón, se sancionara el Decreto 1740, que extendía el derecho a las vacaciones remuneradas obligatorias para trabajadorxs en relación de dependencia. Finalmente, en 1949, mediante el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, entraría el descanso y las vacaciones pagas como parte de los derechos básicos ciudadanos.

Desde “el turismo obrero o social” -impulsado durante el primer peronismo- los principales lugares que comenzaron a ser visitados fueron las áreas comprendidas por los Parques Nacionales y los destinos que habían sido elegidos por las elites de Argentina en las primeras décadas del siglo XX: Mar del Plata y Córdoba.

Poco a poco, el ocio comenzó a dejar de ser el privilegio de una aristocracia en declive y las excursiones populares hacia Mar del Plata y la provincia de Córdoba empezaron a conquistar el centro de la agenda pública. La construcción de hoteles, colonias y complejos de vacaciones, facilitaron un circuito de movilidad, que para la década del ‘50 ya tenía incorporado nuevos caminos pavimentados hacia la costa atlántica y las sierras cordobesas.

Adentrado el siglo XX, el Paseo del Zapato se transformaría en una de las postales de los recién casados. Después de una parada por Los Cocos, se solía continuar por la ruta Nacional 38 y desde el lado oeste, el suelo rocoso que sostiene al gran zapato de piedra era la foto obligada. Los años que lleva allí, son muchos. Se dice que era un lugar de rituales para los pobladores nativos. La arqueóloga Roxana Cattáneo explicó -en una charla en la sala de la Cooperativa Viarava de Capilla del Monte- que durante 12 mil años vivieron sociedades originarias en todo el Valle de Punilla, que esa fue la zona más poblada de la región hasta la llegada del invasor español. Por eso, el patrimonio está asociado a la idea de paisaje cultural y arqueológico, “no es que un sitio es un lugarcito porque hay ahí un mortero. Ese mortero está en medio de un lugar que seguramente fue una aldea”.

Su abandono, o una mala intervención que beneficie el negocio en estos territorios, pueden desintegrar los vestigios culturales de miles de años. La preservación del patrimonio es una deuda con las comunidades originarias que habitaron lugares como el Zapato. Es un derecho para sus visitantes actuales, un tesoro para quienes aún encuentran entre los recuerdos de abuelos y abuelas, las postales de su pasado. En esta gran aldea del Zapato han quedado las marcas de huellas descalzas, de los tacos de la clase alta y de la alpargata del trabajador.

Foto: «El Zapato», Capilla del Monte, 1940.

Archivo General de la Nación

Departamento de Fotografía/ Caja 577, inv: 233216.

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